sábado, 21 de abril de 2007

Felipe Buendía

LA ESPERA

Esto si me sucedió a mí.
Iba por una calle de París; en el barrio latino, como es fácil de suponer; cuando se me aproximó a grandes pasos un árabe gigantesco a quien conozco de vista:
-¿Me puedes prestar tu pieza hoy día?-dijo con voz de verdadera agustia-, quiero descansar.
-no;-respondí- hoy es imposible.
Di media vuelta y estuve vagando muy regocijado por mi crueldad.
Esa misma noche en el "Mabillon" me informaron que el árabe se habia arrojado al Sena. Era domingo y al saltar habría incomodado a los aficionados a la pesca. La noticia me extrañó, pues juzgaba motivos de suicidio era una pasión contrariada o la falta de dinero. Estaba seguro que mi impiedad descorazonó al árabe al punto de repungnarle la humanidad. Mi respuesta habia sido la gota que rebasó su desesperación.
Torné a mi hotel y ascendí las escaleras silbando suavemente.
Mi habitación se advertía iluminada a través de las rendijas.
Temeroso dí vuelta a la llave y abrí. Sentado en mi lecho estaba el gigantesco árabe con las manos cruzadas en el vientre.
-¿Qué haces aquí?- le pregunté.
-Estoy esperando que me saquen del río repuso.



(Sin Título)

El siervo llega sumamente agitado y le dice a su amo:
- Préstame tu caballo para ir a Samarcanda; hoy al cruzar ante la muerte en el mercado, me ha un gesto de amenaza...
El amo contrariado, se va al zoco y la halla alli donde suele estar. La muerte se econtraba muy tranquila con los brazos cruzados.
- Dime, muerte -le dice el amo- ¿por qué has hecho hoy un gesto amenazador a mi siervo?
- No ha sido tal - respondió- tan sólo he manifestado mi sorpresa al verlo aquí, cuando hoy tengo una cita con él en Samarcanda.

Extraídos: "Literatura Fantástica Tomo I", Felipe Buendía, Edit.Tierra Nueva, 1959

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